LAS TRES CIMAS, PASO DE FALZARELO Y UN PASEO CERCA DEL MONTE PELMO

25 de julio, domingo
Itinerario: Lago Misurina-tres cimas del Lavaredo-Paso de Falzarello-Monte Pelmo-Dont-Paso Durán-Agordo
Km:109

Pernocta:  Agordo, aparcamiento junto a la piscina municipal. Gratuito

Me despierto pronto, a las 6,30  de la mañana y una hora después decidimos levantarnos. Aunque el sol entra a raudales por la claraboya, hace bastante frío,   así que nos abrigamos.

Volvemos a llenar y vaciar depósitos –según Angel, donde hay, hay que coger- y nos disponemos a subir a las tres cimas. Dejamos atrás un pequeño y bonito lago donde aparecen señales de prohibición de aparcamiento para autocaravanas y después de unas cuantas “tornantes” nos encontramos frente a una cabina de pago de peaje: 30 euros para autocaravanas y 15 euros más por días consecutivos.Enojados por el intento de “atraco”, decidimos subir en el autobús que tiene parada a 50 m escasos del aparcamiento de autocaravanas del lago Misurina. 

Allí encontramos una pareja de
montañeros de Castellón con la que charlamos durante la espera. El primer autobús pasa a las 8,30 (los horarios figuran a la puerta del bar) y cuesta 1,50 euros la ida y otro tanto la vuelta.  Total, 6 euros, frente a los 30 de subir en autocaravana y en tan solo 15 minutos y tras varias “tornantes” en las que el autobús necesita toda la carretera para girar, llegamos al aparcamiento de las tres cimas. Allí vemos uno donde hay varias autocaravanas. Lo que desconozco es si a los 30 euros por subir hay que añadir los 15 de “dia consecutivo” al hacer noche aquí. 
Desde luego las vistas son absolutamente espectaculares. Estamos a los pies de las agujas de roca de las tres cimas del Lavaredo y contemplamos a la altura de nuestros ojos picos que superan fácilmente los 3.000m. Abajo, y como si fuera una fotografía aerea, se contempla el valle y lo que posiblemente sea Auronso di CAdore, que descansa  junto a un hermoso lago.

Emprendemos un camino facil y llano que discurre por la ladera y por donde vamos todos como en romería. El frío nos coge de sorpresa y aunque el camino sigue hasta lo que debe ser el “prado de las tres cimas”, decidimos regresar para  tomar el autobús de las 10 tras una hora aproximada de paseo.


Una vez en la autocaravana, pusimos rumbo al paso de Falzarelo. Atravesamos limpiamente Cortina D’Ampezzo, ciudad elegante, limpia, pero con hermosas señales de prohibición de estacionamiento para autocaravanas, como en otras muchas poblaciones de esta zona, en la que no puedes parar ni a comprar pan. Entre lo difícil que es aparcar en algunos sitios cuando dejan, y las prohibiciones en otros resulta algo complicado para nosotros moverse por ciertos lugares turísticos.

Subimos el paso de Falzarello, con sus 2.105 m, casi sin enterarnos y de nuevo con mucho ciclista y motorista empeñados en adelantar en cualquier momento. Al llegar arriba, más de lo mismo: no hay donde aparcar. El frío aquí es intenso y Angel decide no subir en el teleférico ya que carece de ropa de más abrigo así que le dejo en la autocaravana aparcada en la cuneta. Yo dispongo de una especie de gabardina que cerrada bien me pretejerá algo más. Aunque desde arriba hay varias excursiones que se pueden hacer, yo sola no podré hacerlas.

El teleférico cuesta 14 euros y en 5 minutos sube casi 200 m, poniéndome a 2195 m en un balcón que cuelga sobre el vacío. Delante de mi se extiende una hermosa vista panorámica de valles y montañas coronadas por cimas graníticas que superar todas los 3.000m. Mis vista gira haciendo un semicírculo, de este a oeste. Las agujas de roca parecen estirarse para arañar el cielo y las tengo todas a la altura de mis ojos. Abajo, verdes valles, lagos y casas como fotografías tomadas desde un avión. Detrás de mí, roca pura, explanada y agujas completamente de granito, desnudas de vegetación.

El frío es muy intenso, tanto, que echo de menos un gorro de lana y unos guantes, y escondo mis manos en las mangas de la cazadora. El viento intensifica esta sensación y parece invierno. 

Hay señales de rutas, así como para ver las trincheras de la 1ª guerra mundial, las austriacas y las italianas. Me acerco a ver una de ellas, una italiana y me asomo. Parece que desciende hacia el paso de Falzarello pero hay que ir equipado con linternas. A la entrada se puede ver un agujero y una ametralladora. Salgo y entro en lo que debían ser las letrinas, un gran agujero al que se desciende por una escalera.

Echando de menos a Angel me dispongo a descender y mientras espero, y pese al frío, me niego  a entrar en la sala cerrada y permanezco fuera contemplando, llenándome de esta inmensa belleza.

Una vez abajo, voy entrando en calor. Yo creo que arriba no se superaban los 6 o 7ºC. Y ponemos rumbo al sur, hacia Pescul por la 251 con la intención de dar un paseo junto al Monte Pelmo, que con sus 3.168m, es uno de los picos más altos de la Dolomitas y del que nos habían hablado la familia gallega del lago Falcina.

A lo largo de la carretera se ven muchos coches en las cunetas y llenando aparcamientos. A esta gente le gusta mucho andar y van muy bien equipados para ello. Pasamos junto a una zona de “picnic” donde la gente hacía barbacoas y preguntamos. Nos dicen que a unos 3 km de allí había un aparcamiento grande que encontramos sin dificultad. Como eran ya las 13,45h, había sitio que habían dejado los que ya habían marchado. Comemos y por una ancha pista forestal iniciamos el paseo que no deja de ascender suavemente dejando siempre la imponente cima del Pelmo a nuestra derecha.

El camino discurre serpenteante entre un bosque maduro que da sombra prácticamente todo el camino. Al ser domingo, hay mucha gente con la que nos cruzamos al subir y que regresan y me sorprende que bajan con sus propias bolsas de basura colgadas en las mochilas, al igual que lo bien equipados que van, sobre todo de calzado aunque los senderos sean fáciles. 

Después de una hora, y cuando decidimos comenzar a descender, llegamos a un claro donde se oye un concierto de cencerros. Descubrimos un gran grupo de vacas paciendo tranquilamente junto a un refugio, ciudad del Fiume, alrededor del cual está la gente sentada o tumbada sobre una hierba cultivada en un balcón privilegiado con unas espectaculares vistas. Hay también mesas y sillas y el refugio sirve comidas.

Tras descansar un rato disfrutando de estas vistas y archivándolas en mi memoria, descendemos y continuamos nuestro camino. 

Tula sigue disfrutando y parece feliz: sube, baja y corre detrás de todo lo que se pueda mover: saltamontes, mariposas, escarabajos… hasta que en una de sus “escapadas” tarda más en acudir a nuestra llamada y cuando lo hace, lleva algo en la boca que suelta inmediatamente cuando la gritamos. 



Es un ratoncillo. Pobrecillo, y pobrecita ella que nos lo trajo con todo su cariño, como un tesoro que nos regalaba. Pero no podíamos decirla que lo había hecho bien. Y de nuevo, por la noche, acudió a nosotros el recuerdo de nuestra querida Mara. El destino no quiso dejarnosla y también quiso que su lugar fuera ocupado por Tula y que ahora ella  llenara en parte ese horrible agujero que Mara nos dejó, y que ella a su vez encontrara alguien que la quisiera, porque al igual que Mara, Tula es adoptada y todo el cariño que la damos, nos lo devuelve multiplicado. Es parecida a Mara, pero más inquieta, más “viva”, más graciosa también. Ni mejor ni peor. Distinta y buena compañera de viaje.

Salimos del aparcamiento en dirección a Agordo donde teníamos localizada un área de pernocta y unos metros arriba, en una curva antes del paso Estoulanza,  descubrimos otro aparcamiento que igualmente lleva al refugio ciudad del Fiume  por otro camino.
Un poco más arriba de nuestro aparcamiento, aparece otro, en una curva antes del paso Estoulanza que debe llevar también al refugio por otro camino ya que arriba, en el refugio, lo encontramos señalizado.

Aunque el navegador se empeña en hacernos retroceder por Selva di Cadore y tomar la 203 por Alleghe, le di otra ruta que continuaba por la 251 hasta Dont para allí tomar la 347 por el Paso de Durán, y si bien la carretera era muy bonita, comprendí porque el navegador me hacía retroceder, y es que la carretera resultó de “infarto” ya que tenía 2 o 3 tramos relativamente largos, o al menos eso me pareció a mí,en los que se estrechaba tanto que unicamente permitía el paso de un solo vehículo. A un lado de la carretera, una pared y al otro, un quitamiedos. Iba  con el corazón en un puño y la adrenalina a tope. Aunque estos tramos fueron escasos y relativamente cortos, lo suficiente para no recomendar esta ruta.


Llegamos a Agordo y encontramos el area tras atravesar  un puente fuera de la ciudad: 10 plazas, asfaltado y con un modernísimo sistema de vaciado de grises que permitía el autolavado. El llenado de agua se hace con una manguera de las de gasolinera por lo que es rápido y el vaciado de Wc  todo con los pies, sin necesidad de tocar con las manos nada. Pero…no había ninguna autocaravana más por lo que decidimos dirigirnos hacia la piscina municipal donde una página francesa describía un sitio posible para pernoctar, y frente a ésta encontramos una explanada herbosa en un lugar muy tranquilo entre chalets. 


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